Batalla del vino. Haro
Tras la muerte de San Felices de Bilibio a mediados del siglo VI los habitantes de Haro comenzaron a acudir a visitar la la cueva donde reposaban sus restos en una época complicada por las circunstancias: cultura política y religiosa, invasión de los musulmanes, guerra de la Reconquista, etc.
Ya en el siglo XV el Concejo de Haro se propuso organizar la romería hasta los riscos de Bilibio con las consiguientes celebraciones en las fechas de San Juan y San Pedro (entre el 24 y el 29 de junio), con misas y almuerzos en las campas cercanas.
Varios siglos más tarde, en el XVIII, se construyó la ermita original en lo alto de los riscos, dando motivo a que tanto los jarreros como los vecinos de los pueblos cercanos, comenzaran a festejar una romería en honor al patrón.
A finales del siglo XIX algunos participantes comenzaron a realizar los "bautismos de vino", tal como lo llamaron entonces a los remojones de vino en el que unos y otros se lanzaban el líquido elemento hasta dejar completamente mojados y manchados a sus oponentes. Había nacido lo que hoy se denomina "Batalla del vino" en un ambiente lúdico y festivo.
Para poder participar las reglas son sencillas: debes vestir de blanco y pañuelo rojo, manchar al vecino con los medios a tu alcance: botas, botellas de plástico, fumigadoras, baldes, etc., siempre con ambiente cordial y fraternal, sin dejar de bailar y reír hasta que no quede nadie con la vestimenta limpia. Para ello debes usar ropa que se pueda tirar después de la batalla, porque las manchas de vino son muy difíciles de quitar y acudir con un calzado cómodo porque deberás andar un buen trecho.
Batalla del vino 2004
En el año 2004 me acerqué hasta los riscos de Bilibio en la mañana del 29 de junio, festividad de San Pedro, para asistir y participar de una de las tradiciones más gamberras y divertidas que he conocido, la Batalla del Vino de Haro. Había oído hablar de esta fiesta tradicional así que ese día acudí provisto de mi nueva cámara reflex Canon digital, la EOS 10D, con el fin de conseguir unas buenas fotografías.
Ya en la carretera de acceso me salieron a recibir unos simpáticos jarreros provistos de sulfatadoras que me dieron la bienvenida tradicional, me rociaron de vino hasta que toda mi indumentaria quedó empapada. Cierto es que siempre me ha gustado el vino de Rioja, pero no tenía previsto tomarlo por fuera, jeje. Enfundé mi cámara en una bolsa de plástico para evitar disgustos y me acerqué hasta la campa donde se desarrollaba la incruenta batalla.
Cómo describir el espectáculo que allí se desarrollaba. Una charanga no dejaba de tocar canciones mientras los asistentes, tanto jóvenes como los no tan jóvenes bailaban sin parar, reían y lanzaban vino a los demás. Después de un buen rato, la cosa se clamó y todos comenzaron a reponer fuerzas para resistir el resto de la jornada.
De vuelta a la ciudad jarrera, todos continuaban bailando y cantando hasta llegar a la plaza de la Paz a la que según la tradición hay que dar una serie de vueltas. Este es el reportaje fotográfico de aquel día de hace ahora 20 años y quizás algunos se vean y recuerden aquel año.
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